El continente africano, debido a sus condiciones climáticas y a la pobreza que impide el mantenimiento de las medidas higiénicas necesarias, es el lugar propicio para la proliferación de ciertos virus. En este caso, nos centramos en el ébola, una enfermedad rara pero muy grave que afecta casi en su totalidad a los países de este continente, y es que son pocos los casos producidos fuera de esa región. Hoy nos remontamos a octubre de 2014, hace casi 10 años, cuando tuvo lugar el primer contagio de ébola fuera de África.
Nos encontramos con el caso de Teresa Romero, una auxiliar de enfermería gallega que se encontraba haciendo de voluntaria en el Hospital Carlos III de Madrid para atender a dos misioneros los cuales se encontraban ofreciendo servicio en países africanos pero que tuvieron que ser repatriados debido a que habían sido infectados por el virus del ébola. Así, prestando cuidados a estos dos hombres y a pesar de cumplir todas las normas de protección, la auxiliar se contagia también del virus. En un primer momento los síntomas pasan desapercibidos, pero una fiebre alta hace saltar todas las alarmas y Teresa es trasladada a urgencias, donde se confirmó el positivo. Entonces, empezó un infierno para esta mujer, que asegura pensar que no lo iba a superar. Sin embargo, tras un mes de hospitalización y 25 días de aislamiento, por fin se acaba esta pesadilla para ella.
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